Este film nos muestra una emotiva, intrigante y conmovedora historia del mundo de los “balls” o “desfiles” drags en la New York de los ´80 y ´90. Un mundo subterráneo que daba refugio a toda persona que por su elección o identidad sexual (y por lo general con otros estigmas sociales y económicos) se encontraba sola e indefensa. En plena época Reganeana, el mundo se encontraba sumido en un pánico general causado por el hiv, siendo la comunidad LGBTI el principal blanco de persecución. Color oscuro de piel, pobreza, identidad sexual minoritaria, todo esto conformaba un “melange” causante de ostracismo y sufrimiento individual. Un capitalismo feroz pisaba las espaldas de quienes no formaban parte de la comunidad exitosa del nuevo mundo liberal. Abundaban los desfiles de moda, que daban la imagen suprema del éxito y la perfección corporal. Ser visto y admirado en los ´80 y ´90 se había convertido en el sueño occidental, que se reproducía una y otra vez en las pantallas color. Sueño solo alcanzable por unos cuantos, poco posible por algunos más y utópico para la mayoría. Mientras tanto, las minorías sexuales veían sus pequeños anhelos cotidianos manchados de lucha por la supervivencia. Es así que la organización en “casas” autogestionadas que competían en estos desfiles del submundo llenos de color e histrionismo daban un respiro a veces empalagoso al ahogo de la autoestima.
En el film podemos reconocer diferentes aristas del sufrimiento humano. Los estigmas económicos, sociales y culturales reunidos en una población por demás incomprendida y vilipendiada. Historias familiares dramáticas, abusos, consumos nocivos, violencia callejera, futuros cercenados. La identidad en modo “supervivencia”. Pero, por otra parte, el compañerismo, la resiliencia, el goce de “ser alguien” aunque sea por unos minutos, el sacrificio por los otros, todo esto se ve plasmado en un vaivén de imágenes y relatos de quienes no se espera nada y sin embargo nos dan un ejemplo de vida.